domingo, 10 de febrero de 2013

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Trabajo todo sentido. Desordenada me cuesta escribir. Me duelen las piernas aún con crema reparadora que huele a menta. Alfonsina me dijo que una amiga le dijo "los duelos no son lineales", ahora entiendo. Mancho con dos gotas violetas de vino la sábana rosa de la abuela que uso de mantel, dos gotas que se unen en un manchón. Me gustaría desconectarme, vivir en otro país, saltar esta etapa. Pero prefiero que sea así. A veces me pongo triste, mucho, me oscurezco. En el cumpleaños de Danilo me gané en la piñata un anillo de plástico rosa. Creo que es de la suerte. Creo que siempre me busco un amuleto nuevo. No sé si funciona, al otro día queriendo mostrar mis dotes de bailarina improvisada, me lastimé un dedo con una punta filosa de plástico. La suerte a veces es dolorosa. Cuando era chica no me gustaban las piñatas, me parecían injustas, siempre lloraba. Me molestaban los ventajeros que estiraban las remeras para llevarse todo. Me ponía mal que algunos no agarren nada. Como pasa siempre. Esta vez, a mis 27, la disfruté como nunca. Muchos papelitos de colores llovieron en la explosión y juguetes de plástico volaron junto con los caramelos. Compartí el tesoro. Me puse dos relojes como el Diego, uno en cada muñeca. Y un montón de anillos. Tengo en el estante una perchita, una perinola, un cepillo, un perrito rosa y un rastrillo. No sé cómo se termina, eso me pasa.

1 comentario:

  1. idem: yo también odiaba las piñatas de chico! son re darwinistas. igual q en los duelos gana el más fuerte

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